¿ENTRAMOS?

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martes, 22 de mayo de 2018

Teatro clásico en Almagro



Estupendo día el que pasamos ayer 80 alumnos de 2º de ESO del IES San Felipe Neri junto a cuatro profesoras en el Corral de Comedias de Almagro donde la Compañía Corrales de Comedias, especializada en el Teatro Clásico del Siglo de Oro, produce, espectáculos clásicos a todo el país considerando el teatro como una herramienta educativa.

Siguiendo el artículo de Alonso Zamora Vicente, Presentación de los Entremeses de Cervantes, en 1615 y en Madrid, Miguel de Cervantes publicó sus Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados, donde nos encontramos con la primera aparición en público de las obritas minúsculas y prodigiosas que figuran en la presente edición. El género, destinado a llenar huecos en las representaciones del teatro «serio», ya tenía su pequeña historia cuando Cervantes edita sus entremeses y hasta contaba con algunas personalidades destacadas que lo cultivaban: Quiñones de Benavente, por ejemplo, le había dado un notorio brillo. La trayectoria literaria venía de Lope de Rueda (1505?-1565), quien los llamó pasos, voz que fue dejando su sitio a entremés a lo largo del siglo XVI. De una u otra manera, Cervantes se encuentra con un procedimiento, una actitud artística aceptada por el público y consagrada en los escenarios. ¿Qué tienen las obritas cervantinas para que hoy, olvidados poco menos que en su totalidad los demás entremeses, tenaz exposición de tipos y situaciones, sigan vigentes, interesando, fascinando en ocasiones?
Los entremeses cervantinos han sido admirados sin vacilaciones, siempre. Su calidad está basada en el doble juego de fantasía y realidad, tan cervantino. Hechos para reír, como todos sus hermanos literarios, manejan los grandes supuestos de la sociedad contemporánea, burlándose suavemente, con un último regusto de amargura y desencanto. Solamente tras la cáscara de la broma podían decirse, en dos o tres ocasiones, los ecos desengañados que los entremeses (mejor, la voz cervantina) lanzan a la cara del espectador.
Ayer pudimos ver representados dos de ellos
- El rufián viudo, escrito en endecasílabos sueltos, nos lleva al mundo picaresco de Rinconete y Cortadillo. En él nos encontramos con Trampagos, rufián que ha perdido a su amante, la Pericona, y que con palabras de solemne gravedad, lamenta la desaparición de su fiel colaboradora y amiga. Oímos un intento de planto, de la mejor tradición literaria, mutilado en sus comienzos por la aparición de colegas de oficio y por los acordes burlescos del criado, Vademécum, cuyas ocurrencias se encargan de ir destrozando, en un pintoresco ritmo de contrastes, los puntos de solemnidad y doblez de los presentes. La llegada de esos colegas y de otras busconas, que pretenden sustituir a la muerta en el corazón del viudo Trampagos, redondea el corto y delicioso tejemaneje. La presencia de Escarramán puede interpretarse, en este entremés, como un homenaje a Quevedo (sugerencia apoyada por el tono general de la obrita), por quien Cervantes sintió verdadero afecto y profunda estimación.


- La guarda cuidadosa es uno de los más divertidos y tenidos en cuenta en la actualidad. Un soldado y un sacristán de poca monta se disputan una linda criadita, Cristina, pícara y afectadamente bobalicona. El soldado, «guarda cuidadosa», muy cuidadosa, vigila la calle de Cristina para ahuyentar a los posibles galanes. Mientras él esté allí, no ha de pasar nadie. La llegada de varias personas (un santero, un zapatero, un buhonero, finalmente el propio señor de Cristina), provoca situaciones pintorescas, llenas de vida y de dobles sentidos, al ser espantados por el centinela amoroso. La moza, al fin, se decide por el sacristancico, como más prometedor. Uno y otro tipo, Cervantes ha logrado distinguirlos de los personajes tópicos, repetidos, el del soldado maltrecho y harapiento, frustrado en sus apetencias heroicas en un mundo antiheroico, y el del clérigo o seudoclérigo que no hace lo que su profesión y estado le obligan a hacer. El dilema se ha puesto en relación con la ya medieval disputa entre armas y letras. Aunque esa vinculación sea verdadera, la exquisita creación cervantina supera en mucho toda temática escolar o retórica. La guarda cuidadosa es una deliciosa página arrancada a realidades concretas. Y el lenguaje empleado es sencillamente el personaje máximo, repleto de picardías, de gracia, de la solemnidad necesaria y del atinado desgarro apasionante.

Completamos el día con una estupenda caminata por la Tablas de Daimiel.







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